Un pedido es un pedido, y hay que esforzarse por hacerlo bien, conversación :
-Hola, Jaime?
-Si, dime.
-Nada, que ya puedes empezar a preparar las empuñaduras que ya tenemos las espadas para que las recojas.
-Vale, genial...cuantas son?
-Naaa, unas ochenta mas o menos...
-Como? ¡¡ochenta empuñaduras y falta un mes para Cartagineses y Romanos???
-Ha, entonces ok, Jaime, llámame cuando vengas a recoger las espadas para quedar, chaoo.
Y me colgó el teléfono. Un sudor frío me recorrió la espalda y mi corazón comenzó a acelerarse.
Tenía que darme prisa, comprar materiales, calcular los tiempos, recoger las espadas...pero sobre todo hacer las empuñaduras según las indicaciones que me dieron. Este fue el proceso, comenzamos.
Unos buenos listones de pino del grosor adecuado para sacar las guardas.
Les dibujamos lo óvalos.
Con caladora y esa combinación de paciencia y habilidad propia de los artesanos, sacamos los óvalos que hagan falta.
Con la lijadora se perfeccionan los que no están totalmente...ovalados, eso.
Con la raspa, lima de madera, biselamos una cara.
Luego con lija se refina e iguala todo bien.
Sacamos el centro y le hacemos unos agujeritos pasantes para después convertirlos en una ranura por donde pasa la parte metálica de la empuñadura.
Así. Esto se hace moviendo la broca hacia los lados, con cuidado y bastantes revoluciones para no partir la broca.
Cada vez que hacemos una ranura probamos la guarda para ver que encaje bien, ni muy fuerte ni muy floja.
Hechas todas las guardas pasamos a hacer el mango, cortando unos listones del grosor adecuado a la anchura de la parte metálica de la empuñadura de la espada.
Si, estos palos tan feos son el mango.
Se redondean con la raspa.
Y quedan así de guapos.
Con la guarda ya teñida y colocada, colocamos el mango. Usamos silicona de montaje transparente extrafuerte, aunque también le ponemos dos tornillos para mas seguridad.
Forramos el mango con un cuero fino, pegado con cola de contacto, dejando espacio para la bola o remate.
La bola o remate es de haya, de 60 mm con agujero no pasante de 30 mm y 35 mm de profundidad.
Nos protegemos con guantes para teñir con betún de judea tanto bolas como óvalos. Acordaos de echar al bolsillo los guantes esos de plástico cuando repostéis combustible.
Con la raspa ajustamos el mango al agujero de la bola, que entre fuerte pero que entre.
Si entra ajustado, con un buen chorro de cola blanca antes de meter la bola, esta ya no sale de ahí nunca.
No nos olvidamos de repasar detallitos como la unión de la ranura con la hoja, si está un poco descarnada se masilla y cuando seca se pinta.
Terminada.
Vista general.
Todas fueron terminadas y entregadas dos días antes de las fiestas, ochenta espadas para dos legiones...ahí es nada...